12 oct 2012

Elogio de la mujer chiquita

Por Juan Ruiz, Arcipreste de Hita

Quiero abreviar, señores, esta predicación
porque siempre gusté de pequeño sermón
y de mujer pequeña y de breve razón,
pues lo poco y bien dicho queda en el corazón.
De quien mucho habla, ríen; quien mucho ríe es loco;
hay en la mujer chica amor grande y no poco.
Cambié grandes por chicas, mas las chicas no troco.
Quien da chica por grande se arrepiente del troco.

De que alabe a las chicas el Amor me hizo ruego;
que cante sus noblezas, voy a decirlas luego.
Loaré a las chiquitas, y lo tendréis por juego,
¡Son frías como nieve y arden más que el fuego!

Son heladas por fuera pero, en amor, ardientes;
en la cama solaz, placenteras, rientes,
en la casa, hacendosas, cuerdas y complacientes;
veréis más cualidades tan pronto paréis mientes.

En pequeño jacinto yace gran resplandor,
en azucar muy poco, yace mucho dulzor,
en la mujer pequeña yace muy gran amor,
pocas palabras bastan al buen entendedor.

Es muy pequeño el grano de la buena pimienta,
pero más que la nuez reconforta y calienta;
así, en mujer pequeña, cuando en amor consienta,
no hay placer en el mundo que en ella no se sienta.

Como en la chica rosa está mucho color,
como en oro muy poco, gran precio y gran valor,
como en poco perfume yace muy buen olor,
así, mujer pequeña guarda muy gran amor.

Como rubí pequeño tiene mucha bondad,
color, virtud y precio, nobleza y claridad,
así, la mujer pequeña tiene mucha beldad,
hermosura y donaire, amor y lealtad.

Chica es la calandria y chico el ruiseñor,
pero más dulce cantan que otra ave mayor;
la mujer, cuando es chica, por eso es aún mejor,
en amor es más dulce que azucar y que flor.

Son aves pequeñuelas papagayo y orior,
pero cualquiera de ellas es dulce cantador;
gracioso pajarillo, preciado trinador,
como ellos es la dama pequeña con amor.

Para mujer pequeña no hay comparación:
terrenal paraíso y gran consolación,
recreo y alegría, placer y bendición,
mejor es en la prueba que en la salutación.

Siempre quise a la chica más que a grande o mayor;
¡escapar de un mal grande nunca ha sido un error!
Del mal tomar lo menos, dícelo el sabidor,
por ello, entre mujeres, ¡la menor es mejor!


Fuente: Libro de Buen Amor, de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, Editorial Castalia, Valencia, 1973. Existen tres copias manuscritas: el códice T, por haber pertenecido a la catedral de Toledo, que corresponde a la primera edición de 1330, que actualmente está en la Biblioteca Nacional; el códice G por ser su propietario Benito Martínez Gayoso, también de la primera edición, custodiado en la Biblioteca de la Real Academia Española de la Lengua; y el tercer manuscrito, llamado S porque perteneció al Colegio Mayor San Bartolomé de Salamanca, que corresponde a la segunda edición (1343) y que actualmente lo guarda la Biblioteca del Palacio Nacional de Madrid.

Se carece de noticias ciertas acerca del nacimiento y muerte de Juan Ruiz, uno de los hombres mas ilustrados de su tiempo. Parece ser que nació en 1283: según algunos investigadores en Alcalá de Henares, en Guadalajara según otros y una tercera corriente se inclina por Hita. En cualquier caso lo cierto es que el Arcipreste de Hita es el lírico mas sobresaliente del mundo medieval. El Arzobispo de Toledo le encomendó fiscalizar la vida de los clérigos de Talavera, misión que cumplió de forma tan desafortunada que el arzobispo lo encarceló en el convento de San Francisco de Guadalajara. En sus escritos hizo una sátira feroz al clero de su época y aprovechó el tiempo de prisión para escribir el Libro de Buen Amor, en el cual algunos investigadores han pretendido ver un retrato de su autor.